Pregón de 1999 Primi Nécega Gallo

Pregón para a Xira de Santa Cruz de 1999

(por Primi Nécega Gallo)

Nada en Foz en 1930 e residente en Ribadeo dende 1949.

Publicou innumerables artículos (case siempre baixo seudónimos) en “Las Riberas del Eo” y en “La Comarca” tanto en galego como en castelán. Autora de multitud de historias, a modo de contos, e do libro de poesía “Despertar”. Premio da Fundación Iniciativas 21 en 2009.

 

SEÑORAS Y SEÑORES. Amigas y amigos ribadenses:

Fue para mí una sorpresa el ser invitada para este pregón. Mi primer impulso era negarme, pero una vez que lo pensé comprendí que queriendo a Ribadeo, mi obligación era contribuir y aceptar lo que de mí se pedía. Quiero por lo tanto, antes de nada, dar las gracias a todas esas personas que me ayudaron y me invitaron para tan preciosa misión, a la cual quiero defender con mis mejores deseos.

Nos encontramos pues frente a frente en este escenario del Teatro, para mi tan conocido y lleno de recuerdos; puesta en ello trataré de hacerlo lo mejor que pueda contando, eso sí, con vuestra paciencia, mi buena fe y el cariño que siento por este Ribadeo que tanto quiero.

Llegué a Ribadeo en el año 49, con una maleta llena de ilusiones dado mis pocos años, que con el paso del tiempo se acrecentaron cual bagaje esparcidos a través de mi vida. Mis primeros pasos en aquel Ribadeo de entonces eran una fuente inigualable de inspiración y mis primeras poesías brotaron una mañana al abrir ni balcón frente a una hermosa huerta, que siempre recordaré verde y florida que dejaba ver entre sus enramados árboles frutales el mágico encanto de la preciosa ría, dando paso con ello a mis balbuceos literarios.

Son muchas las anécdotas y muchos los recuerdos que se podrían contar de aquellos tiempos destacándose entre todas ellas como principal atractivo toda la gama de este pueblo-ciudad que me brindaba el cariño de sus gentes, de su cultura, su rancio abolengo y su magnífica grandeza que yo a duras penas trataba de entender. Poco a poco comprendí la suerte de vivir en una villa tan hermosa, con un elevado espíritu cultural. Alguien dijo desde este mismo escenario y con mito de un pregón: “…a Ribadeo hay que llegar con humildad…” Así es, pues todos sabemos que el espíritu ribadense conserva la herencia de grandes y lejanas culturas de su glorioso pasado, todos lo tenemos presente.

Yergue su abolengo y cultura en cada piedra, en cada calle, en cada esquina, en su legendaria Casa de Ibáñez y en la maravillosa estructura de su palacio.

Eran tiempos sencillos, sin televisión y escasas cafeterías, tiempos de ir a misa por la mañana temprano, donde la buena de Luisiña te daba una silla a cambio de un perrón, pues no existían tantos bancos como ahora. Y entre los animados paseos de las cuatro calles, teníamos el aliciente de una gran y surtida biblioteca en el Palacio de los Moreno. Entonces me parecía grande, espaciosa, con su estantería circular, donde un bonito cuadro de El Viejo Pancho vestido de gaucho sobre un blanco caballo pintado por el ribadense Amando Suárez Couto nos hablaba de la Pampa de sus poemas.

Nuestras diversiones discurrían entre el cine, el baile en el casino, Rosa Lar y los jueves de música, que en el verano eran muy alegres. Como todas aquellas fiestas que empezaban en Villaselán, Villaframil, Rinlo, para terminar en Figueras, Castropol, con la bonita ría por medio, con sus lanchas de pasaje que brindaban además del festejo la alegre travesía, claro que mucha veces la marea nos hacía su jugada… y de ahí el dicho de “A Castropol por la Cortada”.

Hay que señalar que entre estas fiestas se destacaba la ROMERIA DE SANTA CRUZ, que se celebraba el primer domingo de Mayo a partir del día tres. En esta ocasión subíamos aprovechando aquel primer rayo de sol primaveral que nos traía el nordés frío o algún que otro chaparrón. Era una verdadera gozada subir a Santa Cruz, siempre lo fue y lo seguirá siendo; su bonita panorámica animaba nuestro espíritu que jóvenes entonces todo era alegría y risas. Naturalmente lo hacíamos en el coche de San Fernando un poco a pié y otro poco andando.

La capilla era cual diminuta figura blanca envuelta en la grandeza de verdes pinos y olorosos eucaliptos que por doquier abrazaban toda su cúspide. Al llegar era obligado visitar a la Virgen, que se llama la Virgen de la Guía por ser una réplica de la que como faro marinero existe en Vigo, en lo alto de sus colinas. Se dice que antaño llegaban los marineros con sus ofrendas dejando allí la reproducción en pequeñas maquetas de sus navíos, que orgullosos colgaban a la altura de sus salvadora. Se recuerdan dos pequeños barcos colgados en la ermita, así como muchos exvotos de cera que pendían de sus paredes (hoy ya desaparecidos) como brazos, piernas, manos… en mística devoción; como cosa curiosa también había un corsé, tal vez su dueña padecía del lumbago.

La fiesta era siempre en pandilla, se comía la tortilla, el bistec o la empanada, regada con agua, gaseosa de Rañón y algún que otro vaso de vino. El colorido de esta agradable romería lo ponían los grupos. Los gaiteros tocaban en un improvisado palco (recuerdo a Primitivo y los “Quirotelvos”).

Frente a la capilla se improvisaba el baile, en una pequeña explanada de tierra y verde hierba. De cada merienda salía un grupo de canto: habaneras, corridos mejicanos, muiñeiras, canciones gallegas,,,. Todo se mezclaba en alegre armonía, mientras al fondo, desde su mirador, Ribadeo pequeño, bello… cual bonita postal se mecía con el susurro de su Ría. Al atardecer era preciso regresar. Con pena te despedías de aquella improvisada juerga, algo se quedaba en cada árbol, en cada rama, parecía que un trocito de tu risa, de ti misma, se iba quedando atrás. Al bajar con la mirada encendida en espera de otra mirada, de otra risa, de otra mano, de un amor que muchas veces empezaba allí. Por la carretera o corredoira cantábamos alegres con los últimos rayos del sol… y ya en San Lázaro oscurecía; Allí se quedaba Santa Cruz hasta el próximo año, silenciosa, callada, mientras el último fuego subía a lo alto.

A mediados del año 62 unos amigos del folclore gallego, entre ellos Pepe de Domingo, Don Gonzalo, Pepe Rañón y Fernando Lozano, reunidos una tarde en el café Mediante, el más aristocrático de entonces, acordaron crear una asociación para organizar una Xira enxebre a Santa Cruz en épocas veraniegas, apoyando la idea que Carlos Suárez Couto había tenido, siendo avalada por el entonces alcalde de Ribadeo D. Francisco Maseda García cuya fiesta se celebraría el primer domingo de Agosto. Esta asociación se llamaría “AMIGOS DE LA GAITA”. La XIRA A SANTA CRUZ había nacido.

Al mismo tiempo Carlos Suárez Couto creó a sus famosas gaiteras “AS NENIÑAS DE SAUDADE”, llamadas así por ser ocho jóvenes de Ribadeo entre los doce y trece años. Buscaron entonces para enseñarles el precioso arte de tocar la gaita al mejor y más antiguo de los gaiteros,

PRIMITIVO DIAZ, que además era un gran músico, profesor de trompeta en la Banda. Construía sus propias gaitas en un estudio que tenía en su casa, perfeccionando la técnica y el arte de este instrumento, ya que sus palletas y punteros eran encargados y vendidos por todas las zonas de nuestra región y muchas localidades de la geografía española.

Aquellas jóvenes gaiteras parecían salidas de un cuento de Perrault, o de un bonito óleo de Gamallo Fierros, ataviadas con el típico traje de Ribadeo, confeccionado artísticamente por Doña Matilde García de Paredes. Eran entonces las primeras gaiteras existentes en toda Galicia de las cuales comentó el escritor Alvaro Cunqueiro: “…a min non me gusta a muller gaiteira, o gaiteiro ten que ser un home, un home…” Pensamos que muy lejos de ser un machista, el escritor mindoniense se basaba en sus leyendas gallegas.

Y poco a poco Santa Cruz fue abriendo una pauta dinámica y festiva; se proyecta y se lleva a la práctica con gran sacrificio la construcción de un monumento al GAITERO, hermosa obra en cantería labrada y esculpida por el famoso escultor orensano Antonio Failde Gago, instalado en su parque o mirador (como se dice ahora), donde además se coloca una pequeña placa dedicada a nuestro gaitero mayor: PRIMITIVO. Se cambió su cruz de madera por una artesana de piedra, costeada por el entonces párroco de Obe D. Luis Martínez y el doctor Mediavilla, ambos profesores en el Instituto

Labora, llamada CRUZ DE LUZ por llevar de arriba abajo una amplia abertura que da paso al sol naciente y poniente, dotada de luz eléctrica para las dulces noches de fiesta. Y en su alta subida con merecido agradecimiento, se inaugura la Corredoira de los Hermanos Couto, alma y vida de todo esto, que discurre en su pendiente rodeada de verdes prados y olorosas esencias perdurando para futuras generaciones como un ejemplo de amor y arte de estos grandes amadores de su pueblo y de su folclore.

Este folclore que nos trajo la restitución de nuestro traje gallego. Hoy en día confeccionado por una artista ribadense, que con su habilidad elabora nuestro traje típico; sus mantelas y dengues llenos de abalorios y lentejuelas fluyen de las manos de María del Carmen Maseda Legazpi, vislumbrando un atractivo más a este festejo. Jóvenes, mayores, niñas y niños lucen y pasean dando un aire de siglo pasado con tan romántico atavío al son de los gaiteros que desde las primeras horas de la mañana amenizan las Cuatro Calles y el Cantón anunciando que la Xira comienza, donde lo más importante será el gaitero que con sus alboradas subirá para perderse allá arriba, entre los verdes pinos y los altos eucaliptos.

Y la noche poco a poco irá tejiendo sus azules tules sobre las meriendas, sobre el roncón de la gaita que con fuerza anunciará que oscurece… Pero Santa Cruz seguirá ahí… con su historia, con la corredoira de los Hermanos Couto, con el tronar de nuestro gaitero Primitivo, con las Neniñas de Saudade y un lago etcétera de personas, artífices de todo esto a las que nunca olvidaremos.

Una vez mas abriremos nuestras puertas a la ilusión y subiremos, tal vez andando o en coche ¿quién sabe?..., pero allí estaremos, para visitar a la Virgen , probar la queimada y sentir muy adentro la nostalgia desde su mirador, felices… atónitos, pensando que Dios dejó este rincón para solaz y alegría de todos los que aún podemos hacerlo, mirando entre lágrimas lo que nos queda día a día de nuestra querida y ya lejana Santa Cruz… a la que yo un día dediqué esta poesía, la cual pone punto final a este pregón:

 

SANTA CRUZ

Santa Cruz está nun alto Cimbrea a xesta marela

nun alto moi lonxano… e a súas cores nos crava

lémbrote no meu silencio mais… os ollos ilumínanse…

con ollos de namorado. E as miradas nos falan…

Que esquecida me pareces E xurde alí no alto

recordando, recordando… agarimosa, doce e feliz

os teus pinos, as túas frondas as primicias dunha rosa…

as túas xestas que ollamos… o primeiro bico e o sí…

A nosa primeira risa… Xa a oscura tarde tingue

gardaches madrugadora dun vermello e roxo carmín

que se perdeu entre al silvas soan fortes o pandeiro

da fermosa corredoira… a gaita e o tamboril.

Rompe a gaita o silencio… ¡Noite de Santa Cruz

que cubre a terra meiga… que lonxe te vas quedando!

¡enchendo de fantasía… ¡que triste a mín me pareces…

aquela ilusión primeira…! Pois por ti… estou chorando…!

Cuberta vai a campiña

de eucalipto e de pinares

de olores que se perciben

entre acordes e cantares.